sábado, 30 de abril de 2011

Érika V

Érika V…

--¡Dios!..., Érika… ¿qué te pasa?..., te noto angustiada, como si tuvieras un grave problema…
--Que no quieras darme tu verdadero nombre lo comprendo…, eres una persona importante, muy conocida en todo el mundo y te quieres refugiar en el anonimato… pero te veo mal…, estás mal…, te lo noto…
Me había sentado en el sofá del salón y mis manos apoyadas en las rodillas, sujetaban la cabeza en actitud pensativa.
Elucubraba sobre posibles situaciones que la hubieran podido llevar a una actitud semejante, pero al final de todas ellas, me quedaba en blanco.
Opté por sentarme frente a la mesa de dibujo situada en el otro extremo del salón y empecé a concentrarme en la cúpula en que terminaba el edificio que estaba proyectando…

(No os he contado que el” desguazado” de mi creador me ha conferido la afición de proyectar edificios. Es un hobby que tengo desde siempre así como el dibujo artístico, del que soy un “excepcional” aficionado)
(Esto me ha llevado a estudiar la carrera de Arquitectura, la cual ya he terminado y ahora me enfrento a la culminación del Doctorado, cuyo trabajo final es la creación de un edificio ecológico y autosuficiente en todos sus parámetros)
(No está mal para tener solamente 27 años… ¿verdad?)...

Llevaba un rato sopesando varias posibilidades, cuando sonó la chicharra de la puerta.
No lo dudé…, es Érika…, seguro…
No salí corriendo como fue mi primera intención, llegué hasta la puerta del salón y regresé a la mesa de dibujo en un ir y venir tonto, que me diera un espacio de tiempo prudencial…
--¡Menos mal que no estabas durmiendo!..., me habría muerto de vergüenza…
Situada en el umbral de la puerta, sonreía.
No se había quitado la gabardina y se la veía hermosamente tímida…
--No, contesté, tardo más en acostarme, estaba trabajando en algo…
--¡Ay!..., no te quiero interrumpir, pero como te he visto que habías comprado leche y yo no tengo nada en la casa… y me apetecía tomarme un vaso antes de acostarme…, pues he pensado… que…




Estaba nerviosa…
--Bueno…, pero pasa y te lo doy…
--No, si tengo la puerta abierta y…
--Bien, pues espera entonces…
En ése momento se escuchó un golpe, como cuando una puerta se cierra empujada por el viento…

lunes, 25 de abril de 2011

Érika IV

Érika…

Cuando se abrió la puerta del ascensor, me ofrecí con mucha precaución…
--¿Te puedo ayudar con una maleta?...
--Bueno, respondió. Y sonriendo se introdujo en el ascensor arrastrando la otra maleta.
--¿A qué piso vas?, pregunté.
--Al séptimo…
Casi se me saltan las lágrimas; el estómago se arrugó en mi interior provocando un espasmo en mi nuez y un escalofrío desde la punta de los dedos de mis pies hasta la coronilla, recorrió todo mi cuerpo…
¡Yo vivo en el séptimo!..., ¡viene a mi casa!...; pero… ¿porqué va a venir Érika a mi casa? Y además… ¿quien la ha dado mi dirección?…
Una ancha y franca sonrisa se dibujó en mi cara al mismo tiempo que pulsaba el interruptor del piso y volvía mi cabeza hacia ella.
--Pues vamos al mismo piso, yo también vivo en el séptimo… ¿a que letra vas?...
--A la “A”, me respondió.
--Bueno, qué susto…, creí que venías a mi casa…, yo vivo en la “B”…
Mi voz había salido tranquila y serena, gracias al enorme esfuerzo que mis cuerdas vocales realizaron.
Nos sonreíamos; fueron cinco segundos fugaces, ya que el ascensor es ultramoderno y sube “echando ostias”…, pero en los que me dio tiempo a preguntarme que ¿qué hace Érika en Madrid, un viernes a las doce de la noche?... y además que puta casualidad que viene a vivir justo enfrente de mi puerta…
Y sigue sin reconocerme…, supongo que cuando pase un rato se dará cuenta de quién soy…
Mira que si se estropeara el ascensor y nos tuviéramos que quedar aquí toda la noche…; primero nos sentaríamos sobre las maletas y después terminaríamos en el suelo, jugando a los personajes o a los chinos con los dedos o al t…, no…
¡que piensas gilipollas!..., ¡con Érika no!..., si es la mujer de mi vida… ¡si la amo desde el primer día que la vi!…
La inalcanzable… ¡joder!..., ¡con todas las mujeres que he conseguido en mi vida!..., todas las azafatas de vuelo y… bueno, también las de tierra, en dura competencia con los Comandantes de los aviones en que viajaba…
Recordaba aquella japonesa con la que estuvo tres días encerrado en la habitación de un hotel…

El ligero movimiento de frenada que realizó el ascensor al llegar al séptimo piso, le hizo despertar de sus pensamientos y sin quitar su sonrisa de la cara cogió la maleta que le correspondía, saliendo hacia el hall de separación de viviendas.
Se dirigió a la letra ”A” y dejando la maleta en el suelo se volvió hacia Érika…
--Mira, yo vivo en esa puerta, si necesitas alguna cosa, la que sea, no dudes en llamar y pedírmelo…
--Ah…, y no nos hemos presentado…, mi nombre es Carlos…, Carlos de la Fuente…
Érika extendió su mano hacia la mía y el contacto de la suavidad de su piel me avisó de que algo dentro de mí se removía…
--Yo me llamo Gloria y te agradezco mucho la ayuda que me has prestado…
Nos despedimos y cuando iba a cerrar la puerta de mi domicilio escuché como ella manipulaba en su cerradura para tratar de abrir.
Comprendí el motivo y volví a su encuentro.
--Es una cerradura moderna y si no te sabes el truco es muy difícil abrirla… te enseño…; introduces la llave, giras un cuarto de vuelta y empujas hacia adentro, en esa postura giras dos veces a tu izquierda y… ¡ya está abierta!...
--Gracias Carlos…, no la hubiera podido abrir nunca…
--No tienes que darme las gracias…, somos vecinos y nos tenemos que ayudar…

viernes, 22 de abril de 2011

Érika III

Érika…


Había bajado a comprar leche, Elena, la persona que cuida del mantenimiento de mi casa no se había percatado de su falta y no me puedo acostar sin haberme tomado un vaso de cacao.
Vivo en una zona residencial del norte de Madrid y al pasar la cancela de seguridad y dirigirme a la puerta de mi edificio, mi vista se fijó en alguien que esperaba algún ascensor.
Eran las doce de la noche y las luces del hall caían directamente sobre ella.
Rubia platino, con su larga melena cayéndola en una maravillosa cascada sobre su espalda, una gabardina blanca abrazaba su cuerpo y en el suelo, reposando, dos maletas de color marrón.
--¡Dios!, exclamé antes de abrir con mi llave, es… Érika…
--¡Bah!..., estoy gilipollas, como va a ser…
Terminé de cerrar la puerta de acceso y caminé lentamente hacia ella.
Se había vuelto hacia mí al escuchar el ruido que hice y su rostro apareció en mis ojos como un rayo de luz en la soledad de la noche…
Mi corazón golpeaba con fuerza queriéndose salir, escapar de su caja y revolotear sobre nuestras cabezas…
Era ella… ¡Érika!...
--Buenas noches, dije, tratando de aparentar una cierta despreocupación en mis palabras y en mi mirada…, pero sobre todo en mis intenciones…
¡Estaba temblando!...
--Buueenaagg nootiees, me respondió.
La sonreí…, me sonrió…
Dirigí mi mirada hacia los ascensores para ver donde estaban, pensando que no me había reconocido…
--Bueno, es normal, hace tres años que no nos vemos y tampoco tenía por que acordarse de mi…
En la espera, nuevamente me dirigí a ella en mi “perfecto” inglés.
--¿No hablas español?...
--No…, aunque sonriendo, su respuesta fue lacónica. Noté un cierto temor en sus palabras.
(Debo aclarar que como el imb…, el creador de mi personaje no sabe hablar en inglés y a mi me tiene prohibido expresarme en ese idioma, pues no me queda más remedio que hacer una traducción simultánea e instantánea)