Amor sin
piedad
(Amor para
siempre)
— ¿Monchito,
tú crees que nuestro amor será para toda la vida?
Las dos
caras unidas una a la otra, al cobijo de un almendro y el frescor de la mañana.
—No sé si
tengo edad para amarte Chochín, pero mi voluntad está en vivir a tu lado para
siempre —respondió Monchito.
—Es
ilusionante tener un hombre que te dice que te ama y que suspira por ti —agregó
Chochín.
—Seremos
felices —continuaba él—, viajaremos y conoceremos juntos la vida en otros
lugares, los aires de la primavera en París, los inviernos de La Toscana.
Visitaremos países exóticos que tanto te agradan a ti; volaremos a Dubái,
Estambul, Cuenca, Hong Kong, New York. Y viviremos donde tú quieras amor mío.
— ¡Uyyyyyyy!
¡Que de lejos me vas a llevar Monchiiiito! —Respondió Chochín emocionada—, pero
no sé yo, países tan lejanos, gentes de variado pelaje, comidas ajenas y aires
distintos. Me da un poco de miedo amor, tal vez sería mejor asentarnos en un
lugar bello y romántico, para disfrutar de nuestra lujuriosa pasión.
—No debes
preocuparte Chochín —decía Monchito con la prepotencia del que se sabe
conquistador—, satisfaremos nuestro apetito con un Cassoulet en París o una
Pizza Primavera en La Toscana; quizá un Shawarma en Dubái o un Sauerbraten en
Berlín.
— ¡Ayyyy amor…!
—Respondía asustada Chochín—, se me está haciendo la boca Agua de Litines ¡Eres
maloooooo! Sabes que muchas de esas
comidas ricas no las he
probado nuncaaaaaaaa…
—Tranquila mi amor —aseguraba Monchito—, todo ello
lo regaremos con un Vignes du Beaujolais con mención de èlevè en fût de
chêne o bien con un Brunello di Montalcino con mención de vieilles vignes,
dependerá de donde estemos en ese momento.
—Te quiero
Monchito —decía Chochín parpadeando repetidamente—eres el hombre de mi vida y
no quiero que nos separemos nunca, pase lo que pase. Adoro tu persona, la forma
que tienes de expresarte, tu educación y buenas maneras. Siempre estaré a tu
lado para lo que desees.
— ¿Puedo
pedirte un capricho? —preguntaba Monchito con la ternura puesta en sus ojos y
en su voz.
—Que tonto
eres —respondía Chochín con su mirada caída por el rubor—, pues claro que
puedes ¡si sabes que lo estoy deseandooooo…!
Sus
caras se acercaron y sus labios se rozaron hasta culminar el beso que uniera
sus almas y sus cuerpos. Un escalofrío taladró sus almas como la flecha de
Cupido y la tierra retembló varias veces bajo sus pies.
—
¡Joodeerrrr… Monchitoooo…! ¡Que ya te he dicho mil veces que no me metas la
lengua tan adentro que se te sale la dentadura y casi me la trago…!
La ira de
Chochín estaba justificada puesto que la dentadura de Monchito colgaba de su
labio inferior, gracias a uno de sus enganches.
—Pero, amor mío —suplicaba Monchito.
— ¡Ni amor
mío, ni ostias! ¡Que ya me tienes hasta las tetas! —Chochín continuaba con su
cabreo—, ¡Todos los días! ¡Todos los días la misma historia! ¡El mismo
almendro, la misma comida, idénticos lugares! ¡Joder, ya está bien! ¡Cambia el
rollo tío! ¡O por lo menos, vamos a buscar otro árbol!
—Pero, amor
mío —lloriqueaba Monchito.
— ¡Además,
si es que pareces como medio gilipollas! —seguía insistiendo Chochín— ¡donde
coño vamos a ir con la pensión de mierda que nos queda después de pagar los
medicamentos, la residencia y la comida! ¡Vamos, que no pasamos de Alcázar de
San Juan! ¡Y eso si llegamos!
—Pero, amor
mío —decía avergonzado Monchito.
— ¡Y ya está
bien de amor mío! —Continuaba Chochín con su perorata— ¡que tienes 87 años y la
semana que viene te van a hacer un trasplante de córnea y otro de la válvula
mistral ¡Podías aprovechar y que te hicieran otro del pene, para no tener que
buscarlo cada vez que meas!
Yo he hablado con el “plástico” para que me suba el
culete, pero ha dicho que prefiere bajarme el colesterol… Anda queeeee…
Pero… amor
mío…
Dórigo
Alegezzo
Nota:
Todos los derechos de autor, debidamente protegidos en El Registro de la
Propiedad Intelectual de Madrid.
Una historia de amor...
Código: 1411302622682
Fecha 30-nov-2014
4:22 UTC
Licencia: All rights
reserved