Llueve
A borbotones. Con rabia. Sobre la tierra maldita,
sobre la humanidad desterrada. Nadie se salva porque los que se creen
protegidos tampoco lo están. Es la ola de un tsunami o la cocción de una olla. Estamos
dentro de ésta y en la dirección de aquella.
Esta mañana me he calado y no he visto las estrellas
ni la luz del Sol. A palo seco tristeza, vacío, prisa por buscar el refugio
apetecido que nos libre del agua caída. Pero no es posible, para todos llueve,
aunque no igual. Camino por calles asfaltadas mientras muchos lo hacen sobre
barro; me refugio bajo un tejado cuando otros lo hacen bajo una lona y otros
más bajo el cielo que les cubre.
Me cabreo cuando El Páncreas dice que dejará de criar
cerdos porque no los vende bien. Y yo me pregunto que ¿por qué no los regala?
Lo mismo pienso de Máximo cuando no quiere recoger la cosecha de cebada, porque
le sale más caro que dejarla morir. Que contrate a los parados del pueblo
aunque le cueste un poco más y así ayude a mitigar algún dolor. Ambos tienen mucho
dinero y se van a morir millonarios. Es la ambición desmedida, aglutinar
riqueza para morir enterrado en ella. La mala educación social encabezada por
dirigentes irresponsables que ahora salen pidiendo perdón por haber destapado
la caja de pandora al invadir Irak y abrir la puerta de los leones islámicos.
Algo que ya sabíamos los demás que iba a ocurrir, aunque otros muchos cabecillas
decían que no.
Presento mi protesta y escucho una voz amiga
diciéndome que existen las estrellas, que el Sol sigue brillando todos los
días, que la vida se renueva a cada instante y que no podemos perder la ilusión
de emprender algo nuevo cada vez. Pero sigo pensando en aquellos que han sido
expulsados de sus casas. Cientos de miles de seres humanos que están en la
puerta de Europa ¿La Puerta del Infierno? En aquellos que mueren ahogados
buscando la dignidad perdida. En los que lo hacen por hambre o por falta de
medicamentos.
No lloro por mí porque me siento afortunado, lo hago
por los demás, los faltos de paz y serenidad, los expulsados, los marginados,
los sin padre, los sin casa, los que nada tienen.
Escenifico en mi cabeza la angustia por no poder
cubrir tu cuerpo y calentarlo, aunque más doloroso es no poder hacerlo con tus
hijos.
Regreso a casa desmoralizado con la vana esperanza de
que mañana escampará, aunque solo para algunos…
Dios llora y nos empapa con sus lágrimas…
Dórigo Alegezzo
Nota: Todos los derechos de autor, debidamente
protegidos en El Registro de la Propiedad Intelectual de Madrid.
Fecha de registro:27-oct-2015 16:16 UTC