Sumidero de recuerdos,
perversa es el alma del desconsuelo. Fue el detritus de la esperanza, el demonio
engastado en maternidad irracional sin añoranza digna de mención.
Crecer en
desacuerdo y medrar sin enseñanza, solo bajo el capricho de una mente absurda e
incoherente. No puede haber alegrías donde habita la maldad, ni solaz sabiduría
que anime tu caminar. Una calle oscura, sin breve luz que alumbre tu guarida
fetal.
Tu calle, un
lugar de des enseñanza y mamoneo de afectos, desde el que construyes la existencia,
intentando convertirte en el espíritu elevado que te ensalce a la gloria
terrenal, aunque la mente se retuerza en desastres ancestrales de íncubos
perniciosos, que sólo permiten la fantasía erótica.
El aro, la
bicicleta o el Hula Hoop ajustado a una cintura inexperta y asustadiza, que se
cimbrea al ritmo de una sinfonía satánica pero divertida. El roce de una mano
sobre la cadera ansiada y el perfume que te invade cuando el hálito sexual
embadurna los tejados, cubriendo de deseos tu cerebro mal habituado. Un beso
furtivo que provoca el llanto y la noche inacabable soñando con el ayer, sin
saber, que lo que tienes que vivir en adelante, es el mañana.
Las vetustas
manos que acarician los recuerdos de una infancia alejada, pero que aparenta
ser tan actual como si ayer mismo hubiese ocurrido. El tamborileo de unos dedos
avejentados, inquietos y curiosos por conocer la continuación de una vida que,
una vez, mantuvo la ilusión, el amor y la esperanza. [a1]
Un rincón de
mi mente amamanta incertidumbre, el resto, capaz es de preservar lo imposible,
lo aventurado, lo insólito, por ser el único superviviente de una catástrofe
anunciada.
El alma vigoriza
espectros del pasado, aturde con su almizcle el triste corazón, maldito éste chiflado
que adorna por ausencia, espíritu libado de ciencia y de dolor. El corazón,
palpitante aún, repiquetea duramente sobre las sienes ignorantes y vitupera el
carril de la sabiduría, transformando la claridad por confusión, la propiedad
por apariencia y el amor por acomodación ¡Maldito, éste chiflado…!
Las hoscas
esquinas del viejo callejón emergen, entorpeciendo la velocidad creativa y
apostando por la tela de araña que enmaraña, aturde y dispersa la razón. El
sueño de un niño marcado de espanto, sufriendo en la saya de cruel camisón,
mendigo perpetuo de risa y de llanto, borracho implacable de güisqui con ron.
¿Sueño…? ¿Y
si todo fuese un sueño? ¿Y si al despertar nos encontrásemos en otra calle? Más
luminosa, más positiva, sin demonios que eludir ni amigos ciegos que nos rompan
el alma. Nos despertaríamos con mejor humor, pero nada más, que ya es bastante,
pero no suficiente. El resto, lo tendríamos que añadir quizá, con baja
experiencia y menor amargura.
Ahora sé,
que vengo de una calle trazada con sangre, de letras escritas en barras de
hielo, con putas de esquina hambrientas de carne y un sabor amargo que suscita
el miedo…
Ahora sé,
que camino hacia el sol, asido a una mano que me da calor, inmerso en la risa
que anida en los dos, en busca de un viento…, un viento de amor…
Ahora, lo sé…
FIN
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