viernes, 7 de diciembre de 2018

El callejón del infierno


Sumidero de recuerdos, perversa es el alma del desconsuelo. Fue el detritus de la esperanza, el demonio engastado en maternidad irracional sin añoranza digna de mención.

Crecer en desacuerdo y medrar sin enseñanza, solo bajo el capricho de una mente absurda e incoherente. No puede haber alegrías donde habita la maldad, ni solaz sabiduría que anime tu caminar. Una calle oscura, sin breve luz que alumbre tu guarida fetal.
Tu calle, un lugar de des enseñanza y mamoneo de afectos, desde el que construyes la existencia, intentando convertirte en el espíritu elevado que te ensalce a la gloria terrenal, aunque la mente se retuerza en desastres ancestrales de íncubos perniciosos, que sólo permiten la fantasía erótica.
El aro, la bicicleta o el Hula Hoop ajustado a una cintura inexperta y asustadiza, que se cimbrea al ritmo de una sinfonía satánica pero divertida. El roce de una mano sobre la cadera ansiada y el perfume que te invade cuando el hálito sexual embadurna los tejados, cubriendo de deseos tu cerebro mal habituado. Un beso furtivo que provoca el llanto y la noche inacabable soñando con el ayer, sin saber, que lo que tienes que vivir en adelante, es el mañana.
Un rincón de mi mente amamanta incertidumbre, el resto, capaz es de preservar lo imposible, lo aventurado, lo insólito, por ser el único superviviente de una catástrofe anunciada.
El alma vigoriza espectros del pasado, aturde con su almizcle el triste corazón, maldito éste chiflado que adorna por ausencia, espíritu libado de ciencia y de dolor. El corazón, palpitante aún, repiquetea duramente sobre las sienes ignorantes y vitupera el carril de la sabiduría, transformando la claridad por confusión, la propiedad por apariencia y el amor por acomodación ¡Maldito, éste chiflado…!
Las hoscas esquinas del viejo callejón emergen, entorpeciendo la velocidad creativa y apostando por la tela de araña que enmaraña, aturde y dispersa la razón. El sueño de un niño marcado de espanto, sufriendo en la saya de cruel camisón, mendigo perpetuo de risa y de llanto, borracho implacable de güisqui con ron.
¿Sueño…? ¿Y si todo fuese un sueño? ¿Y si al despertar nos encontrásemos en otra calle? Más luminosa, más positiva, sin demonios que eludir ni amigos ciegos que nos rompan el alma. Nos despertaríamos con mejor humor, pero nada más, que ya es bastante, pero no suficiente. El resto, lo tendríamos que añadir quizá, con baja experiencia y menor amargura.
Ahora sé, que vengo de una calle trazada con sangre, de letras escritas en barras de hielo, con putas de esquina hambrientas de carne y un sabor amargo que suscita el miedo…
Ahora sé, que camino hacia el sol, asido a una mano que me da calor, inmerso en la risa que anida en los dos, en busca de un viento…, un viento de amor…

Ahora, lo sé… 



FIN






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