viernes, 22 de abril de 2011

Érika III

Érika…


Había bajado a comprar leche, Elena, la persona que cuida del mantenimiento de mi casa no se había percatado de su falta y no me puedo acostar sin haberme tomado un vaso de cacao.
Vivo en una zona residencial del norte de Madrid y al pasar la cancela de seguridad y dirigirme a la puerta de mi edificio, mi vista se fijó en alguien que esperaba algún ascensor.
Eran las doce de la noche y las luces del hall caían directamente sobre ella.
Rubia platino, con su larga melena cayéndola en una maravillosa cascada sobre su espalda, una gabardina blanca abrazaba su cuerpo y en el suelo, reposando, dos maletas de color marrón.
--¡Dios!, exclamé antes de abrir con mi llave, es… Érika…
--¡Bah!..., estoy gilipollas, como va a ser…
Terminé de cerrar la puerta de acceso y caminé lentamente hacia ella.
Se había vuelto hacia mí al escuchar el ruido que hice y su rostro apareció en mis ojos como un rayo de luz en la soledad de la noche…
Mi corazón golpeaba con fuerza queriéndose salir, escapar de su caja y revolotear sobre nuestras cabezas…
Era ella… ¡Érika!...
--Buenas noches, dije, tratando de aparentar una cierta despreocupación en mis palabras y en mi mirada…, pero sobre todo en mis intenciones…
¡Estaba temblando!...
--Buueenaagg nootiees, me respondió.
La sonreí…, me sonrió…
Dirigí mi mirada hacia los ascensores para ver donde estaban, pensando que no me había reconocido…
--Bueno, es normal, hace tres años que no nos vemos y tampoco tenía por que acordarse de mi…
En la espera, nuevamente me dirigí a ella en mi “perfecto” inglés.
--¿No hablas español?...
--No…, aunque sonriendo, su respuesta fue lacónica. Noté un cierto temor en sus palabras.
(Debo aclarar que como el imb…, el creador de mi personaje no sabe hablar en inglés y a mi me tiene prohibido expresarme en ese idioma, pues no me queda más remedio que hacer una traducción simultánea e instantánea)

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